viernes, 8 de enero de 2010

Estar detrás del tabú

Un tema que me parece interesante es el fragmento de conversación. Cuando vas por la calle, y al pasar al lado de alguien que bien, a través del móvil, bien a través del diálogo directo con otra persona, llega una parte de la conversación, que por estar del todo fuera de contexto, es la cosa más extraña del universo, de esos fragmentos hacen que resulte casi imposible imaginar el resto de la conversación. Más que interesante suele ser gracioso. Y hay otras veces en que le obligan a uno a meterse en esa conversación, aunque no quiera. Como decía mi profesora de literatura del instituto, gente que habla para oirse hablar. En el primer caso, el fragmento llega, igual que cuando se sintoniza la radio buscando la melodía o el sentido, en el segundo es más parecido a estar en un vagón de metro oyendo cantar una copla a un jubilado. Estaba en la cola de una tienda de ropa masculina, y tenía a dos adolescentes universitarias delante de mí. No terminaba de decidirme, aprovechaba la larga cola para comparar las tallas y los colores de los estantes que tenía al lado. Y a pesar de la música, se les oía. No un rumor, ni una charla de espera, entrecortada. Se les oía, igual que la copla o un poema gritado sin entonación. Hablar de cómo se tuvo que ir a tomar la pasti del día después porque se le rompió el condón, y jo tía con lo a gusto que estaba, y no era la primera vez que le pasaba, me acuerdo de aquella vez... En este punto yo miro hacia un lado: calzoncillos, cinturones y bufandas. y estoy echa un putón últimamente... Miro hacia al otro: jerseys y camisetas. Y por curiosidad, mientras la conversación monotemática sigue y la cola no avanza, miro al tipo que tengo detrás, y veo que también la está asistiendo, asomado ligeramente por un lado de mi hombro. Es decir, que hablan lo suficientemente alto como para que a dos personas de distancia se oiga. Dudo de hasta que punto soy pudoroso, hasta que punto es cerrazón mía, o simple sentido de la intimidad. Sería incapaz de hablar de algo tan personal así, en esa circunstancia. Hoy a propósito de Sade y de Bataille, oí a un señor, decir(en la tele) que lo erótico se había convertido en algo instrumental, algo que se vende y se compra y se exige, que además está estereotipado, y que está separado en ese sentido de la elección. Y volví a pensar en aquel momento, en que lo que más me llamaba la atención, es que si se grabase la escena, las dos chicas hablando, y se les quitase la voz, el sonido, encima se podría haber puesto cualquier otra cosa: la enumeración de la compra de la semana, el comentario de una pelicula o serie que han visto, gran hermano o aventuras en pekín, quejas y lamentaciones... cualquier otra cosa. Lo que se supone que se debe entender como naturalidad, a mi me resulta neutro. No veo que sea una incorporación al día a día de algo íntimo, sino sacar de un sitio una cosa, y quitarle algo esencial con el desplazamiento. Dejarlo vacío, sin pasión. Es un tabú en negativo, si se puede decir algo así sin que suene a canción de cantautor coñazo. Algo así como que al caer el muro (del tabú que oculta), en vez de verse lo que había detrás, se eleva de repende una cortina con un dibujo o un cuadro, una representación de lo que realmente hay detrás. Y ese dibujo es lo que debe inspirar esa realidad que se oculta, es una expresión natural del sentimiento. Puede que no sea una cortina, podría ser un cristal... o peor todavía, ¡un espejo!(esto es siniestro). Es más difícil distinguir esa línea tangible de lo que hay detrás. Y puede que sea justo ese paso, lo que hace que se convierta en algo despasionado.