viernes, 30 de marzo de 2012

A donde queráis ir

Hace mucho tiempo que no habla el verdadero Succo di Melo. Ese tipo que es esa clase de gente que habla de sí mismo en tercera persona.
Pero es que, ¡no había más remedio!. Era tan pequeño que los millones de ojos que imagino me reconocen se habían secado hasta hacerse trizas. ¡No había nadie!y en las manos, a parte de frases muertas tenía todos esos fragmentos desordenados y punzantes empoñozando cualquier indicio de expresión con vida.
Y he venido y he vuelto para recordarles a todos ustedes, ahora que habeis vuelto, que lo mejor de mi mismo es mi ego y mi vanidad.

sábado, 31 de diciembre de 2011

Retratos del barro

Acata mide seis metros de altura, tiene un 48 y nunca tiene que doblar los pantalones. Pesa tan poco que no tiene que ensancharlos y nunca hay suficiente espacio para más agujeros en el cinturón. Huele ocre, sabe a una especia amarga y cuando habla un pulso monótono se apodera del momento. Mantiene la tensión arterial por debajo de lo que debería, siento ganas de tomar un estimulante y me siento enfermo.
¿Por qué será?. No lo pregunto como si supiese la respuesta.
Puede ser porque sentencia y cada palabra se hunde por el peso, arrastrando consigo el poco aire fresco que queda hacia un fondo pantanoso. Me cuenta que recuerda haber sido de menos estatura y recuerda haber estado viva... pero fue hace tiempo, y en aquel entonces ya tenía consciencia de la mezcla de la tierra y los fluidos, del fango. De que una voz con forma de masa gritaba desde el fondo como el oscuro pasajero de Dexter pero no sabía que le acabaría masticando hasta volverla a su imágen y semejanza.

Cuando piso un charco sin darme cuenta (nunca miro al suelo), me acuerdo de ella. Supongo que no me mojo porque tiene el nubarrón metido en los cristales, (una corona ridícula).

viernes, 18 de noviembre de 2011

Una aguja en el estómago

Cuando me rechaza de esa manera, me siento tan triste...

miércoles, 12 de octubre de 2011

Intruso

Iba en el tren y pasó eso que pasa muchas veces y siempre me sorprende. Vamos cuatro desconocidos, y los dos que parecen ajenos, después de más de media hora se dirigen el uno al otro. ¡Se conocen!. Y no lo parecía. Resulta que están enfadados.
Y luego la persona que está a mi lado... también forma parte del grupo, de al lado.
El vagón entero tiene una relación.
Y yo voy mirando por la ventana intentando acompañarme y defender mi soledad de esa invasión repentina. Acurrucándome, encogiéndome, inventando historias, como siempre.
Estoy deseando que se marchen. LLegar al destino lo antes posible. Porque coincidir con una excursión del incerso puede llegar a ser un coñazo.

martes, 9 de agosto de 2011

Succo







¡Vete porahi!





jueves, 3 de febrero de 2011

Exige

Exigirse es llegar hasta el final. Y llegar hasta el final es no conformarse con lo intermedio o con el gérmen. Nunca estoy conforme. Pienso que tenemos la obligación de ser autocríticos y sospechar de cualquier indicio de complacencia en lo que uno hace, dice o piensa.

Hasta llega a paralizarme.










Aun así, cuando veo autocomplacencia me enorgullezco de estar entumecido.

(A pesar de la vanidad de este gesto)





Sé que cuando me mueva lo haré con conciencia y espero que sea hasta el final. Siendo sincero, arrancando con el rayo del ojo fulminante todas las capas superficiales de mi egocentrismo.

(Y mientras tanto puedo vivir con la promesa de esta posibilidad)





Y no importa porque todavía me atrevo a errar.

viernes, 28 de enero de 2011

El cuerpo

Cada vez que me tengo que dirigir a ella hace algo, siempre está haciendo algo. Escribiendo, mirando su correo, archivando... Me dice ¿si?, inquisitiva, con un deje de indiferencia. Y entonces es cuando me fijo bien. Es agradable, siempre amable, cortés, pero cuando habla conmigo y me señala los datos, los números y letras de nuestro trabajo común lo hace con el dedo corazón. Siempre señala con el dedo corázón distraidamente pero expresando contención. Cuando se rasca la cara, también con el dedo corazón. Es un segundo, es un momento mínimo, pero está ahí en cada gesto.
Luego él, hablando para todos, dice "todo va ir bien" pero cuando le piden su opinión repite lo mismo mientras cruza los brazos y se inclina ligeramente hacia atrás, sobre el respaldo de su silla, y también durante un segundo expresa hastío. Mantiene el mismo discurso, pero su cuerpo expresa algo bien diferente.
Con ellos, que nos escuchamos y nos oímos y compartimos todo el tiempo, pero cuando hablo en una sala apartada de descanso sé que están al lado escuchando, y que lo que diga será objeto de juicio. Duro o cínico. Sarcástico, por supuesto, a la manera cutre en que se suele ser sarcástico.
Sé que podría volverme loco viendo el mundo desde este punto de vista, y desde luego es más bien el conjunto lo que define la relación entre las personas. Pero ese momento mínimo, la microexpresión es más real para mí que una hora entera de charla. Y que el conjunto. Es para mí como el fondo, lo que de verdad hay. Esa expresión mínima y ciertos gestos es lo que define a la relación social como hipócrita, es lo que la falsea.