miércoles, 11 de marzo de 2009

Salir al mundo

Viene a ser ir al zaguán de la casa, acercarme a ver quién acaba de tocar en la puerta. A quien a dejado pasar una señora que surge y nace cada vez del paragüero a causa del instinto de supervivencia, germinada allí para que el vínculo no se rompa y así evitar que al final nadie responda a la llamada del timbre o de los nudillos. La intermediaria. No me voy a complicar demasiado(me digo) para hacer entender que para poder dejar que alguien entre necesito mucho tiempo. Necesito acostumbrarme a su presencia. Dejar de tenerle miedo. Sea quien sea, y especialmente si le tengo afecto o admiración. Hoy ha sido uno de esos días en que he salido tarde del sótano que es el trabajo, y he venido hasta casa con un compañero. Viene a ser parecedio a lo del paseo. Al principio no hay atisbos del precipicio, del abismo que puede comernos al final. Intercambio y cuanto más avanzamos, la sensación de que en cualquier momento todo se puede venir abajo y de que puede establecerse una profunda incomodidad entre nosotros aumenta, y además le secunda la certeza de que ese rato será un mordisco de nada para el alma. No pasa nada de eso pero lucho por cada momento. Me siento como Martín Edén cuando camina por tierra, como si me tambalease. Fuera del barco, donde no sé caminar. Querer que termine pronto, que llegue pronto la parada porque alguien que es la némesis de la anciana paragüera dice que si es breve, podrá haber más ocasiones de encuentro mientras que si se alarga demasiado vendrá la bocanada de frío y no podremos volver a hablar ya más. Que un avance abrupto supondrá un retroceso enorme, una carrera hacia adelante muchos pasos de vuelta. De forma irremediable.

1 comentario:

Maud Turanga Fenderson dijo...

Hola Succo, ya me lei martín Eden con reseña incluida!!me gustó muchísimo