jueves, 21 de mayo de 2009

Al respecto

"Vivir lisa y llanamente es no conferir profundidad alguna a los actos de la vida. Sólo cuando se vive como si la vida fuera un bien que pudiéramos sacrificar en cualquier momento, sólo entonces, cesaría de ser una banalidad y una evidencia. Es una tontería afirmar que la vida nos ha sido dada para vivirla; nos la han dado para sacrificarla, o sea para extraer de ella más de lo que sus condiciones naturales permiten. No existe otra ética excepto la del sacrificio.
Considerar la muerte en sí misma, desgajada de la vida, es echar a perder tanto la vida como la muerte. El sentimiento interior de la muerte resulta fecundo a condición de que nos permita dar profundidad a los actos de la vida. Esa relación hace que ésta pierda su pureza y encanto, pero gana infinitamente en profundidad. El éxtasis puro de la muerte lleva fatalmente a una parálisis total del ser. Sólo cuando seamos capaces de hacer saltar chispas de la obsesión de la muerte, también podremos entonces transfigurar la vida.
Tenemos que someter nuestra vida a las pruebas más duras. Que nada peligroso ni arriesgado nos resulte ajeno. Sólo las vírgenes rehúsan pensar en las últimas pérdidas".

El libro de las quimeras. E.M. Cioran.

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