miércoles, 5 de enero de 2011

Como ver una obra de Beckett

Vivir un drama ajeno por casualidad remueve. Ir por la calle y ver a alguien que sufre por algo que acaba de pasar de golpe, sin más, un accidente, una ruptura, una pelea. Esas cosas se quedan dentro sin quererlo durante un tiempo como pura imágen que tiene una fuerte carga emotiva. Que cae y se hunde entre el resto de los recuerdos como algo olvidado pero presente por el sentimiento que le hace sumergirse.

De madrugada suena un drama el piso de al lado. No me siento triste, estoy enfadado. porque son un coñazo. Gritan. Silban, dan por culo todo el tiempo y normalmente a horas en que no hay nadie despierto. No me iba a sentir triste ahora. Pero... oírlo, y no saber qué está pasando... remueve. Tantas frases que llegan a medias y a gritos, que sugieren pero no describen realmente la escena que tiene lugar al otro lado del papel. Y que resultan tan grotescas... gritos espeluznates y golpes, maltrato inverso?ella pegándole a él.... mucha agua corriente y sollozos.

Presenciar un drama sólo a través del óido, y sin nada más, y sobretodo cuando es tan exagerado, se queda en la consciencia y se aposenta allí, provocando una inquietante sensación de incomodidad cada vez que alguna de esas frases inconexas vuelven a la memoria.

No hay comentarios: